sábado, enero 28, 2006

Esta no es una carta de amor ni mucho menos de odio

Lo que te escribo es mi versión de esta historia que pasamos y la razón de porque hasta ahora te regrese tu maleta.
Cuando revisaba todo lo que almaceno en mi casa me encontré con aquella maleta blanca y recordé que nunca había visto lo que tenia dentro, ya que cuando la dejaste, quizás por descuido o a propósito, nunca la revise, fui a dejártela, te busque y busque pero nunca te encontré; la quería arrojar a un pozo sin fondo! pero no lo hice! La guarde, quizás algún día la reclamarías.
Dude un poco en abrirla a lo mejor mas de lo que creo, meses supongo. Cundo me arme de valor, jale el cierre, cierre que no se había usado desde hace ya mucho tiempo, cuando estúpidamente deje que lo cerraras. Lo que había dentro no me sorprendió era l mismo que tengo en otra maleta, salvo el cristal rojo, puesto que esta mas roto que l mío, todavía tiene las composturas que le hice y que nunca resultaron se eficaces, de cierto modo soy responsable de que se estrellara, si ellas no me hubieran jalado, no lo hubiera soltado y tal vez seguiría intacto como al principio. También encontré cada una de las múltiples charlas que teníamos, los juegos, las miradas inocentes y varias cosas mas que llenaban cada rincón de la maleta ¿Cómo pude ser tan inconsciente?...
Ya te he dejado bajo tu puerta la maleta, guárdala o tírala, lo que quieras, tengo mi propia maleta, de igual forma cerrada para siempre.
Espero seas feliz ¡hasta nunca!
L. G. T.